ESPIRITUALIDAD

Nuestra espiritualidad es franciscana debido al espíritu de la congregación de las Hermanas Franciscanas cuyo carisma esta al servicio del pobre y necesitado.







El Juicio final


Mateo 25, 31…



25:31 Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria rodeado de todos los ángeles, Mateo 16, 27 se sentará en su trono glorioso. Mateo 19, 28
25:32 Todas las naciones serán reunidas en su presencia, y él separará a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos, 
25:33 y pondrá a aquellas a su derecha y a estos a la izquierda.
25:34 Entonces el Rey dirá a los que tenga a su derecha: "Vengan, benditos de mi Padre, y reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo del mundo, 
25:35 porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron; 
25:36 desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver". 
25:37 Los justos le responderán: "Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; sediento, y te dimos de beber? 
25:38 ¿Cuándo te vimos de paso, y te alojamos; desnudo, y te vestimos? 
25:39 ¿Cuándo te vimos enfermo o preso, y fuimos a verte?"
25:40 Y el Rey les responderá: "Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo".
25:41 Luego dirá a los de la izquierda: "Aléjense de mí, malditos; vayan al fuego eterno que fue preparado para el demonio y sus ángeles, 
25:42 porque tuve hambre, y ustedes no me dieron de comer; tuve sed, y no me dieron de beber; 
25:43 estaba de paso, y no me alojaron; desnudo, y no me vistieron; enfermo y preso, y no me visitaron". 
25:44 Estos, a su vez, le preguntarán: "Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, de paso o desnudo, enfermo o preso, y no te hemos socorrido?"
25:45 Y él les responderá: "Les aseguro que cada vez que no lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, tampoco lo hicieron conmigo". 
25:46 Estos irán al castigo eterno, y los justos a la Vida eterna".









Cómo humildemente buscaba carne para los enfermos
y cómo los exhortaba a ser humildes y pacientes



42. El bienaventurado Francisco no se avergonzaba de buscar carne por los lugares públicos de las ciudades para los hermanos enfermos. A su vez, exhortaba a éstos a que llevaran con resignación las deficiencias y no armaran escándalo cuando no se les pudiera atender suficientemente en todo.
Así, hizo escribir en la primera Regla: «Suplico a mis hermanos que no se irriten en sus enfermedades, ni se incomoden contra Dios o contra los hermanos, ni soliciten con ansiedad medicinas, ni deseen en demasía aliviar la carne, que pronto ha de morir y es enemiga del alma. Por el contrario, den gracias a Dios por todo y procuren portarse en la enfermedad como Dios quiere. Pues a los que Dios ha predestinado para la vida eterna, los adoctrina con castigos y enfermedades, como enseña Él mismo: Yo reprendo y castigo a los que amo» (1 R 10,3-4).






Cómo quiso que todos sus hermanos
sirviesen a los leprosos
para fundarse en la humildad



44. Desde el principio de su conversión, el bienaventurado Francisco, como sabio arquitecto, se fundamentó, con la ayuda de Dios, sobre roca viva, esto es, sobre la máxima humildad y pobreza del Hijo de Dios; y por esta humildad llamó a su Religión de los hermanos menores (1 R 7,2; 1 Cel 37).
Al principio de la Religión quiso que sus hermanos vivieran en leproserías al servicio de los enfermos, y allí se afianzaran en la santa humildad. Por eso, cuando venían a la Orden, ya fueran nobles, ya plebeyos, entre otras, se les hacía la advertencia de que habían de servir humildemente a los leprosos y vivir en sus casas, como se contiene en la primera Regla (cf. LP 9 n. 7). No habían de querer tener bajo el cielo sino la santa pobreza, por la cual les nutre el Señor corporal y espiritualmente y por la que conseguirán en el futuro la herencia del cielo.
De esta manera se cimentó, para sí y para los demás, sobre la máxima humildad y pobreza. Y, siendo gran prelado en la Iglesia de Dios, eligió y prefirió estar postergado no sólo en la Iglesia, sino entre sus hermanos, si bien este abatimiento era, a su juicio y según su corazón, la mayor exaltación ante Dios y ante los hombres.








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